Hemos visto que hay un cambio significativo en los empleos, en la educación, y que proviene de los cambios geopolíticos y de las nuevas tecnologías. Esta mezcla explosiva será lo que marque esperanzas y abismos, nada que no sea la esencia de la Humanidad.
La formación que se exige es de altas capacidades en pensamiento crítico, matemático, creativo y humanista, en el amplio sentido. Todo ello choca con las formaciones tradicionales.
Movilidad y altas capacidades para aprender son, tanto en la transición como en el largo plazo las dos consecuencias inmediatas en los nuevos puestos de trabajo.
De la ciencia a la conciencia
Hace ya tres años Satya Nadella publicó, en varios idiomas, Oprime Refrescar. Un libro. En papel y digital. Ha roto moldes con este libro. Primero al declarar que, si Microsoft no cambia en 4 años (llevamos tres) cierra. Así, sin más. Si una de las empresas pioneras de la informática está a punto de desaparecer es que parte de su estructura y toda su estrategia, no resistirá el cambio.
La ola de la cuarta revolución industrial le estaba dejando atrás. La movilidad, los sistemas abiertos y el cloud compunting, exigían remodelar su estrategia basada en Windows y Office. Había que recuperar el alma de Microsoft y que fue poner “una computadora en cada escritorio y en cada hogar”. Eso está más que cumplido. Y arrastraba una mala imagen de cómo había llegado a ser antipática y había abandonado la innovación. Ahora bajan las ventas de PCs, suben las de los dispositivos móviles y de aplicaciones orientadas a tareas muy concretas.
Satya Nadella lo explica mejor:
“Las ventas de computadoras habían disminuido y nos habíamos quedado considerablemente atrás en telefonía móvil. Nos habíamos quedado rezagados en motores de búsqueda y teníamos que crecer de nuevo en videojuegos. Teníamos que desarrollar una empatía más profunda con nuestros clientes y sus necesidades no declaradas e insatisfechas. Iba siendo hora de oprimir el botón de refrescar.”
La segunda idea, aún más impactante es la siguiente disertación sobre la inspiración que busca para Microsoft:
“Rainer Maria Rilke, el poeta místico austríaco, escribió una vez que «el futuro entra en nosotros, para transformarse en nosotros, mucho antes de que ocurra». La poesía existencial puede iluminarnos e instruirnos tanto como un elegante código máquina a una computadora. Hablándonos desde otro siglo, Rilke está diciendo que lo que tenemos por delante está en gran medida dentro de nosotros, determinado por el curso que cada uno de nosotros toma hoy”.
Tenemos que ser conscientes de esta cita al comienzo del libro, cuando explica el porqué del cambio que se propone. Un ingeniero informático, con toda su vida profesional desarrollada en Microsoft, un directivo con estudios de MBA, para dar la clave de lo que es la inspiración del cambio que se propone cita a un poeta, a un POETA.
Para mí es algo muy querido. Había leído a Rilke por primera vez a los 15 años. Aún me acuerdo de algunos versos de memoria de uno de los Sonetos de Orfeo:
“Se, sabiendo al mismo tiempo la condición del no ser,
el fundamento infinito de tu interior vibración
para que esta vez única
plenamente la ejecutes”
Fragmento del XIV soneto en Sonetos a Orfeo, de Rainer María Rilke
La emoción del Libro de las Horas o el poema de La Pantera. Y sobre todo sus “Cartas a un joven poeta”. No podía ser que 40 años después me “aconsejarán” refrescar mi mentalidad y personalidad con Rainer María Rilke. ¿Qué más podría esperar? Mucho más.
Y no tardó en llegar. Empatía. Poner las pasiones personales en las horas de trabajo, en la búsqueda de lo mejor para los clientes y proveedores, hasta con los competidores. Cambiar el alma de Microsoft de competitiva y oportunista a una empresa que empatiza con todos los que tratan con ella.
Para ello, nada mejor que abrirse. Satya comienza a narrar su vida, de cabo a rabo. Sin dejarse nada por el camino. Para empatizar es necesario tender puentes de confianza. Y para eso hay que perder el miedo a ser vulnerable y crecer desde esa verdad, la verdad de cada uno. Incluyendo lo que más vulnerable le hace a uno, esos puntos en los que uno puede ser vencido. El sacar adelante a sus hijos con necesidades especiales, por ejemplo, o el sacrificio de su mujer para poder hacerlo realidad.
Los mejores místicos así lo dicen. Tras años de conocimiento personal llegan a comunicar con lo más verdadero. Está claro que, en nuestro caso, habrá que encontrar un equilibrio entre la vida “contemplativa” y la “activa”. Pero está claro que es desde la primera, la contemplativa, en la que nos implicamos en “ejecutar” lo que es “nuestra interior vibración”, tras un camino de saber lo que “no es”, y cómo comenta Sayta Nadella, para ir a buscar las piedras preciosas, el oro o la plata que se esconden bajo un montón de mierda cómo a veces parece ser la vida.
Son esas oportunidades que brinda la vida de ver encarnados deseos. No es la única vez que me ha pasado estos años.
Refrescar
Me gustaría insistir en el contexto en que nos llega está reflexión. Una multinacional americana, con problemas, como las demás multinacionales, con demasiados empleados, que les ha convertido en burócratas (Seyta, a este paso se jubila en una de sus primeras empresas en las que trabajo, lo que es todo lo contrario a lo que busca), está perdiendo su espacio en la economía mundial y no se dedica al petróleo, a los coches, a sector alguno de las anteriores revoluciones industriales. Es una pionera de la sociedad del conocimiento, su fundador aún vive y en los 80 del siglo pasado sólo eran una promesa. Algo está cambiando para que:
- Primero, nos inspiremos en el profundo humanismo de un poeta de Entreguerras
- Segundo, nos tengamos que volver empáticos hasta con los competidores
- Nos obligan a «refrescarnos» a los que se han dedicado a la informática desde los años 70 y que era algo parecido a esto hasta que llego el Spectrum. No son más de 50 años desde entonces.
Si esto aparecer en el horizonte del sector informático, ¿qué le estará pasando a los sectores que no son los actores de la innovación en la tecnología?
Lo cierto es que nos deja abrumados tanto cambio, sin tiempo a pensar para poder asumirlo, sin duda. Sigamos con el libro de Seyta. ¿Dónde coloca la clave del cambio? En la “cultura”. Bien, ya llega el momento gurú. No está mal. Pero hablamos de otra cultura, no de cómo salir de la crisis del 2008. La idea de cultura que usa Sayta es la del teórico literario Terry Eagleton. Al final es “la forma de pensar y actuar de las organizaciones; sin embargo, quienes la configuran son los individuos”.
Mindset: la actitud del éxito
Rilke, empatía, cambio cultural. Mindset. Llevamos ¿qué? ¿dos libros? Creo que antes de “Oprime refrescar” sería mejor leer este, el Mindset[1]. Es refrescante y muy inspirador. No nos puede echar para atrás el subtítulo “la actitud del éxito”. No es un libro de autoayuda. Ni nadie ha robado un queso, ni tiene que comprarse un abrelatas para dejar de ser el hombre de hojalata, que suena al mujer/hombre del ojala.
Sin duda. Lo que nos propone el cambio tecnológico es la adopción de nuevas competencias. Tan nuevas cómo que no podemos encontrarlas, hasta la fecha, en las instituciones de enseñanza. Y eso supone otra actitud ante la autoformación. Nos exige cambiar de conocimientos y adentrarnos en la empatía y en el conocimiento cómo factor de producción.
Además, tenemos que elaborar un proceso de autoformación continua, lo que el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) ha llamado “Aprendizaje activo y estrategias de aprendizaje”. Lo que tenemos que entender de todo ello nos lo aclara el libro de C. Dweck y a lo que Satya Nadella dedica el Capítulo IV de su libro, “Un renacimiento cultural De sabelotodos a «aprendelotodos»”[2]
Las mentalidades
Las habilidades intelectuales se pueden cultivar por medio del esfuerzo. La educación basada en ser cada vez más listos, con ese esfuerzo, funciona. Esta es la tesis fundamental del libro.
Quiero pararme un rato en esta tesis. Nos propone que cualquier habilidad, con tiempo y esfuerzo, es alcanzable. Suena a monserga de autoayuda. Algo así como “si quieres, puedes”, una descarga de responsabilidades en cada persona que nos lleva a desentendernos de las injusticias, que es realmente lo que se esconde detrás de todas esas monsergas de la autoayuda.
Poder librarse de pensamientos sectarios y tóxicos, como veremos, es necesario y también difícil. Lo ha hecho Carol Dweck es estudiar, investigar, trabajar durante años para delimitar el ADN del éxito y sus limitaciones, nos habla del conocimiento, del aprendizaje, no de encontrar otra cosa.
Para empezar, nos preguntamos sobre si la inteligencia viene de fábrica o la podemos cultivar. ¿Nacemos o nos hacemos? ¿La inteligencia es un valor inalterable desde el nacimiento o pasa algo mientras vivimos?
Podemos tener unas cartas desde la salida, más o menos coeficiente, pero luego todo depende de la experiencia, la instrucción y el esfuerzo personal. Algo así como el mantener un compromiso con uno mismo.
Y eso supone a que nos vamos acercándonos a lo mucho que todo esto va a depender de nosotros:
“Durante veinte años mi investigación ha demostrado que el punto de vista que adoptas para ti mismo afecta profundamente a la forma en que llevas tu vida”[3]
Hasta la actualidad, hemos sido formados en tener o no tener ciertos talentos. Los profesores, padres y demás implicados en ello, nos decían si éramos o no buenos en esto o lo otro, y con eso definían toda nuestra vida académica.
Esa herencia en la educación la llama Dweck mentalidad fija. Durante décadas uno tiene las cualidades o la inteligencia que demuestra tener. La mentalidad fija es tener una idea de uno mismo cerrada, acaba, que te colocaba dentro del colegio o de la familia en un lugar.
Por otro lado, existe una mentalidad de crecimiento que “se basa en la creencia de que tus cualidades básicas son algo que puedes cultivar por medio del esfuerzo[4]. Aunque seamos diferentes en todos los aspectos –talento, aptitudes, intereses, temperamento–, todo el mundo puede cambiar y crecer por medio de la dedicación y la experiencia.”[5]
Parece obvio. No lo es. Todo un sistema educativo se basaba en lo contrario. ¿Qué son los test de inteligencia? Medimos lo que eran los talentos en un momento dado, pero los hemos tomado como medida absoluta de por vida. ¿Qué es la especialización? Mejorar continuamente en algo en lo que siempre hemos sido buenos pero que nos obliga de por vida a demostrar que seguimos siéndolo. Eso de tenerlo que demostrar siempre es lo que genera ansiedad y estrés.
Aquí aparece la sospecha. Según esta afirmación cualquiera podría ser Einstein o Bach. Un 20% de la población será superdotada y otro 20% tendrá defectos de nacimiento o sobrevenidos. Nadie sobra o todos deberíamos sobrar. La mayoría podemos alcanzar algo desconocido e incierto tras años de pasión y dedicación, esfuerzo y práctica. Algo nuevo y diferente como Tolstoy o Darwin, y millones de casos de fracasos en sus inicios que sólo fueron aparentes. La mentalidad de crecimiento es la búsqueda perpetua de ser más y no conformarse con mantener la autoestima. Y el punto de fuerza dónde se miden las dos mentalidades es ante las dificultades. La mentalidad que mejor funcione (lo siento, o medimos o nos miden). Hasta aquí las tesis.
El fracaso como medida de lo que funciona
Dónde se mide la capacidad de las mentalidades es ante el fracaso. Ante el fracaso nos medimos, nos hablamos alto y claro. Cuando tenemos un éxito no hacemos más que reafirmar, suspirar por haber pasado un examen más, si tenemos la mentalidad fija.
Si fracasamos se nos cae el mundo encima. Sólo pensarlo nos hace desaparecer del reto. Si una cosa se desea con todas las ganas, con mentalidad fija, no se soporta el fracaso. Uno se retira. Y empieza a decir “yo podría haber sido” y se llena el corazón de falsos consuelos. Y si uno tiene la mentalidad de crecimiento, a uno se le rompe el corazón si no lo intenta, se queda en medio de la nada durante un instante y se lanza al esfuerzo que hay que hacer.
Ante un fracaso en la mentalidad del crecimiento, no lo es vital, no lo es para siempre, es sólo el comienzo de algo.
La sabiduría popular y los mantras de los gurús están llenos de referencias al esfuerzo y el buscar la recompensa en un trabajo bien hecho. Pero es evidente que admiramos a los que hacen un trabajo sin esfuerzo, con la genialidad que se le supone. Pero esa genialidad no viene sin trabajo.
Algunos hasta cifran todo ello en una relación directa con la divinidad mientras crean una coraza para demostrar que están siempre ante la divinidad ofreciendo los mejores sacrificios. Un toque divino en la vida parece que se tiene una inspiración para hacer de todo esfuerzo el definitivo. Hasta que se rompen y tardan décadas en recuperarse, si tienen la suerte de hacerlo. Porque esta gente de mentalidad fija jamás cree en el esfuerzo. Están en presencia del esfuerzo, en los mantras del trabajo bien hecho, pero sólo son racionalizaciones ideológicas. Si hay que estudiar y practicar no es talento.
Conocerse bien
Los que tienen mentalidad fija apenas se conocen. Los de mentalidad de conocimiento, sí que se conocen mucho mejor. Conocen mejor sus fortalezas y debilidades. Ante el fracaso la resiliencia y la perseverancia es lo que marcan a los extraordinarios y que tienen mentalidad de crecimiento. Para conocer la mentalidad que usamos, unas preguntas serían la clave, para nuestra autora:
- Tu inteligencia es algo intrínseco a ti y no puedes hacer mucho por modificarla.
- Puedes aprender cosas nuevas, pero realmente no puedes cambiar lo inteligente que eres.
- Tengas la inteligencia que tengas, siempre puedes desarrollarla más, hasta cierto punto.
- Tu inteligencia puede ser sustancialmente modificada.
Las dos primeras son de mentalidad fija y las dos últimas de mentalidad de crecimiento. Si usamos habilidad artística, deporte, o la capacidad que sea. Al final, más o menos, estamos en una u otra mentalidad.
Muchos creen que se conocen, que son de una manera, hasta hablan de un defecto dominante, como si fuera la llave para explicar la vida y conformarse. Un lugar que se eleva hasta una posición en la sociedad. Hay verdaderos expertos en solidificar clases sociales, enroscarlas en una teología y llamar a todo ello naturaleza humana. Y lo veremos más adelante, porque es relevante.
Esa mentalidad fija, que aflige a la personalidad, se preocupa de caer bien. La personalidad no puede cambiar, dicen, tenemos una esencia, aseguran. Cómo mucho podríamos cambiar cómo hacer algunas cosas, pero no la esencia.
Sólo tenemos que observarnos ante una dificultad y ver si nos produce ansiedad, cómo el comienzo de comenzar un examen, dónde uno tiene que demostrar siempre lo brillante que es.
Las cosas aparecen solas
Hay una manera de ser, fija, como hemos visto, que se esfuerza en demostrar siempre que se tiene una u otra habilidad. Hay otros que sólo quieren aprender. La cuestión es que tenemos que demostrar lo que se nos da bien y otros buscan cómo aprender siempre algo nuevo. Repetimos:
Si tenemos que demostrar siempre una habilidad o un talento lo que queremos decir es que no se necesita hacer esfuerzo alguno, que todo es puro talento. Si se tiene que hacer esfuerzos es que no tengo ese talento, esa forma mágica de hacer lo se me da bien.
El fracaso demuestra que no tienes talento. Y eso es una creencia, algo que tiene que ver, por tanto, con un aspecto religioso. No está bien preguntar por lo que no se sabe. Una puede, varias ya interrumpen a los que son expertos. Así que la mentalidad de crecimiento se mata desde la infancia. La mentalidad fija tiene que ver con una organización social donde todos vamos encajando.
Las relaciones personales
Lo vemos en las relaciones personales. Una mentalidad fija necesita a una pareja que le adore incondicionalmente, que le refuerce. No necesita retos, que le exijan. Una mentalidad de crecimiento no puede hacer nada que no sea exigir y sacar lo mejor de cada uno. Y eso, que parece normal pero no son compatibles.
¿Quién tiene una mentalidad fija en los negocios? La que busca los éxitos rápidos ante la Bolsa. O demuestras un talento claro o te dan la espalda. Tener “ideas claras”, un principio activo de adoración a la autoridad. Quien llega a la cima tiene una relación especial con la divinidad, representa una mística especial. Todo lo que dice, piensa o decide proviene de un lugar reservado a la autoridad y la autoridad viene de Dios, de una raza, clase, sexo o nacionalidad.
Todas las decisiones de estos elegidos son visionarias, prácticas, orientadas al éxito, muchas de ellas duras, sin mostrar “debilidad” ante lo que no funciona, ante cientos de despidos o a la hora de hundir a la competencia. Y luego llega la soledad. Todas las demás voces son interesadas y limitadas. Al final, esa responsabilidad y soledad le hace responsable. Por eso, a cambio, sueldos exorbitantes y privilegios sin límites. Esa soledad es mentira. Es el recurso fácil para el victimismo. Estás sólo porque quieres seguir demostrando el talento y estás aterrorizado.
En cambio, los líderes que buscan cultura, crear organizaciones creativas, en puro crecimiento, acaban siendo sospechosos de una ideología. Estos que no tienen ideología alguna, acaba siendo el apóstol de la peor para los más ideologizados. La mentalidad de crecimiento supone una forma de ver al ser humano que sigue estando contra lo que se considera lo “natural”, inscrito en la naturaleza de las cosas desde la misma Creación.
Lo peor del capitalismo no es de ahora
Dweck nos presenta dos casos. Albert Dunlap [6]y a Lou Gerstner[7]. Lo que nos lleva a lo peor del capitalismo que en los 80 fue una religión y en los comienzos del siglo XXI nos llevó a la peor de las crisis, más allá de la del 1929 y de la que no hemos salido cuando una pandemia nos pone ante un grupo de generaciones que soportarán una economía de postguerra sin haber ido a frente de batalla alguno, lo que no deja de ser un privilegio comparados con las generaciones de nuestros abuelos.
La idea es que tenemos que demostrar lo que se espera que hacemos bien. Los demás esperan hacer lo mismo. La mayoría se retan para dejar claro que son buenos en lo que hacen. Sólo se siente bien uno cuando se le reconoce la valía, cuando se realiza una tarea rápida y fácil cuando los demás sufren en ello. Cualquier esfuerzo está claro que demuestra falta de valía. El mayor esfuerzo es demostrar que no se ha hecho esfuerzo alguno.
Al contrario, quien quiere crecer se acerca a la felicidad cuando consigue algo nuevo. Es la mentalidad que nos lleva a otra manera de disfrutar de la vida. No se proyecta la idea de que parezcamos normales y corrientes, necesitados de esfuerzos y tiempo, trabajo y la incapacidad de no entender todo a la primera, en una especie de genialidad innata que nadie posee.
El fracaso duele, a los de la mentalidad de crecimiento también. ¡Y tanto que tiene que doler! Las organizaciones que se basan en mentalidades fijas pueden hacer que el fracaso sea la forma de vida que justifica mantener esa mentalidad fija. Los de mentalidad de crecimiento salen solos de las depresiones. Los de mentalidad fija son una depresión con patas. Las mentalidades toxicas, cínicas, se las llama competitivas, cuando quieren decir mediocridad sobrevalorada.
La mentalidad fija nos obliga a buscar excusas y culpar a los demás, a las circunstancias. Sistemáticamente. Puede ser cualquier cosa. Un deportista culpa al campo, a la pelota, al árbitro. O puede ser cualquier conspiración de masones o judíos para los líderes que se creen enviados de Dios, la raza, la nación, la clase social o una orientación sexual. Nadie con mentalidad fija puede asumir la responsabilidad. Todo sigue como siempre, nada cambia. Son los demás o las circunstancias.
Se comienza a ser un fracasado cuando se empieza a culpar
Autoengaño
“Con seguridad las personas de mentalidad fija han leído libros que aseguran que el éxito tiene que ver con ser la mejor versión de ti mismo, no con ser mejor que los demás; que el fracaso es una oportunidad, no una condena, o que el esfuerzo es la llave del éxito. Pero no pueden ponerlo en práctica porque su mentalidad básica –la creencia en rasgos fijos– les dice algo completamente diferente: que el éxito tiene que ver con estar más dotado que los demás, que el fracaso te pone en evidencia y que el esfuerzo es para quienes no pueden conseguirlo con el talento”.
En este momento es bueno decir que todos tenemos parte de las dos mentalidades. Las hemos diferenciado para dejarlas claras.
Está claro que el fracaso en la vida no depende sólo de falta de esfuerzo. Y esas son las condiciones en las que nos movemos dentro de un ámbito social o familiar. Qué duda cabe que eso es esencial. Lo hemos visto más arriba al describir porqué tanto fracaso en tantos países.
A la cima de la realización no se llega con un plan, con la espera lenta a que seamos reconocidos. Se llega sin querer, haciendo lo que uno ama. A pesar de las dificultades. Y en esto momento, con tantos recursos para hacerlo, es difícil no amar lo que uno desea hacer. Si se puede, que diría un embaucador de masas. Entonces para llegar al paraíso hay que eliminar a otro, a otros.
Entonces, para los que tienen la mentalidad fija, todo es un lloro continúo de enfrentarse a todos los perversos que conspiran. Para los de mentalidad de crecimiento, todo es un punto de paso, no la meta. El fracaso también.
Otra cosa es que todo un país sea de mentalidad fija, conservadora, con una miseria moral de siglos y una mediocridad institucional anquilosada[8].
Todos hemos conocido a personas de mentalidad fija con un alto grado de autoestima hasta que el primer fracaso. Puede llegar en meses, años, pero la espiral conspiranóica en la que entran para salvarse de la depresión, no tiene precio. Hay que escucharlos. Nosotras y nosotros, todos, hemos sentido autocompasión durante demasiado tiempo por nuestra triste historia.
Cuando lo positivo no es bueno, y lo negativo peor
Las personas que reciben halagos acaban teniendo una marca que no pueden dejar de demostrar. Los que reciben una noticia negativa se cierran en sí mismos. Con la mentalidad de crecimiento no te crees nada. Ni que tengas que demostrar nada, ni que lo negativo sea fijo. Salir del miedo a merecer la crítica o el horror a demostrar que eres superior no es algo que hay que demostrar hiendo contra ello. Es algo que se supera por elevación haciendo lo que uno más desea. No hay luchas pendientes contra la maldad, hay tareas pendientes para hacer las cosas cada vez mejor.
Así que hay que dejar de llamar o etiquetar. Las personas esperan saber que, con esfuerzo y tiempo, serán felices haciendo lo que desean. Sólo hay que hacer un plan, revisarlo cada vez que sea necesario y perseverar. Y luchar, hasta dónde se deba, por la igualdad y la libertad, sin renunciar a una razonable felicidad. No formar parte de salvadores de patrias, países, clases sociales, regímenes, ideologías o religiones. La cara más amarga de los fracasados de mentalidad fija.
Es interesante leer ahora el Capítulo 5 LOS NEGOCIOS: LA MENTALIDAD Y EL LIDERAZGO[9]. Es mucho mejor que cualquier resumen.
Conclusión
Lo relevante es empaparse de libro. Es la condición de ser el profesional que se desea ser. Si la mentalidad negativa está muy arraigada, se necesita un profesional, sin duda, y más allá del coach. No se está enfermo, se está condicionado por ser de una clase, de un sexo o de una raza, por ser de una familia o de otra, por una fe mal explicada o por unas creencias toxicas. Lo que sí está claro es que no es culpa nuestra. Nada lo es.
La mentalidad fija se desarrolla por países, por lugares, familias, religiones, modelos de gestión y el deporte. Ahora bien, se han roto las fronteras, los condicionamientos de las familias, de las religiones, y la toxicidad de las sectas, ideologías y partidos políticos. Gracias a Internet uno puede dejar el rastro que quiera. Nunca ha sido más personal el crecer. Y el huir nunca ha sido mejor signo de valentía. Huir. Escapar hasta dónde el corazón nos lleve.
Esta mentalidad es lo que, tradicionalmente, los conservadores y las religiones, han criticado una y otra vez. Y eso es parte del problema. No todos los lugares del mundo y no en todo momento, esas capacidades han tenido la suerte de desarrollarse.
[1] https://www.amazon.es/MINDSET-CAROL-DWECK-ebook/dp/B0744LQGH9/ref=dp_kinw_strp_1 consultado diciembre de 2019
[2] Nadella, Satya. Oprime refrescar: La aventura de redescubrir el alma de Microsoft (Spanish Edition) (p. 103). HarperCollins, español. Edición de Kindle.
[3] DWECK, CAROL. MINDSET (Spanish Edition). Sirio. Edición de Kindle.
[4]Satya Nadella on growth mindsets: “The learn-it-all does better than the know-it-all.” https://www.linkedin.com/pulse/satya-nadella-growth-mindsets-learn-it-all-does-better-jessi-hempel/?trackingId=6Pt9T8iyLf%2FlJE4425ghMw%3D%3D consultado en mayo del 2020
[5] Ibidem
[6] https://en.wikipedia.org/wiki/Albert_J._Dunlap
[7] https://en.wikipedia.org/wiki/Louis_V._Gerstner_Jr.
[8] Un pueblo traicionado, Preston, Paul. Editorial Debate. 2019
[9] DWECK, CAROL. MINDSET (Spanish Edition) . Sirio. Edición para Kindle.